Diari de Tarragona, 13 de abril de 2015
Xavier Fernández
– ¿Qué recuerdos tiene de su padre?
– En los últimos años de su vida estaba enfermo. Pasamos unos años muy duros. Aún así tenía una fortaleza inmensa. Me di cuenta después. Cuando falleció yo tenía 17 años.
– Su padre estuvo lúcido pese a todo lo que había sufrido.
– Su mente estaba totalmente ilesa. Siempre fue muy vitalista, emprendedor, con una voluntad inquebrantable, pero más escéptico que de joven.
– ¿Le contaba cosas de su estancia en el Gulag?
– No. Quizá lo había encerrado en un cajón. A mí no me contaba nada. Quizá a sus amigos sí les relataba cosas.
– Fue muy amigo del escritor Josep Pla cuando vivió en Palafrugell.
– Sí. Incluso le hizo una dedicatoria en uno de sus libros. (Rafael alude a que Pla escribió de Fuster en Notes per a Sílvia: El doctor Fuster és una gran persona, molt intel·ligent, molt desenganyat, d’un escepticisme total. Ho entén tot perque prescindeix dels prejudicis i dels convencionalismes. He tingut ocasió de parlar-hi de moltes coses. Quina vida més llarga, difícil y navegada!)
– ¿Qué pensó su padre cuando regresó a España tras su odisea en la URSS?
– Le sorprendió muchísimo que nadie supiese lo que estaba pasando realmente allí.
– Al poco de volver a España, viajó a Cuba a ver a su familia, que se había exiliado.
– Nada más ver lo que pasaba con Fidel Castro, sacó a su familia de la isla y la trajo a España.
– Siempre estuvo unido a su familia, pese a todo.
– Yo me llamo Rafael, por un tío mío que murió asesinado en la Guerra Civil. Mi padre siempre recordó a su hermano con cariño. Su muerte fue una losa de la que no se recuperó. Al acabar la guerra, se exilió.
– Y, como tantos republicanos, fue internado en un campo en el sur de Francia.
– Sí. Y se enfrentó a uno de los responsables por el trato que daban a los exiliados. Fue invitado a la URSS y fue a gusto. Pero enseguida criticó la situación que observó. Nunca tuvo miedo a decir la verdad. Eso le llevó al Gulag. Ejerció como médico durante la II Guerra Mundial. Pidió volver a España y empezaron los problemas.
– Su padre contaba que entre sus ‘amigos’ había un espía.
– Sí. Explicaba a las autoridades las críticas que mi padre y sus amigos hacían al Régimen.
– También ejerció como médico en El Congo.
– No encontraba trabajo en España y le contrató la OMS. Al cabo del tiempo sí que pudo hallar empleo en Palafrugell.
– Y de Palafrugell a La Pobla de Montornès.
– Vino a Tarragona, le gustó mucho y compró una casa.
– ¿Qué ha aprendido de su padre? ¿Cree que mereció la pena su sufrimiento?
– He aprendido su pasión por la historia. Estoy seguro de que si mi padre volviera a vivir haría lo mismo. Seguro que él piensa que mereció la pena.
Perfil
Rafael Fuster es informático de profesión, pero le hubiera gustado ejercer de historiador. Quizá por eso guarda con mimo las fotos de su padre, que estuvo internado en el Gulag, algo que prefería no recordar.http://www.diaridetarragona.com/tema-del-dia/40208/mi-padre-nunca-tuvo-miedo-a-decir-la-verdad-eso-es-lo-que-le-llevo-al-gulag
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