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27 de mayo de 2015
3 de mayo de 2015
'Mi padre nunca tuvo miedo a decir la verdad. Eso es lo que le llevó al Gulag'. Entrevista a Rafael Fuster, hijo de Julián Fuster
Diari de Tarragona, 13 de abril de 2015
Xavier Fernández
– ¿Qué recuerdos tiene de su padre?
– En los últimos años de su vida estaba enfermo. Pasamos unos años muy duros. Aún así tenía una fortaleza inmensa. Me di cuenta después. Cuando falleció yo tenía 17 años.
– Su padre estuvo lúcido pese a todo lo que había sufrido.
– Su mente estaba totalmente ilesa. Siempre fue muy vitalista, emprendedor, con una voluntad inquebrantable, pero más escéptico que de joven.
– ¿Le contaba cosas de su estancia en el Gulag?
– No. Quizá lo había encerrado en un cajón. A mí no me contaba nada. Quizá a sus amigos sí les relataba cosas.
– Fue muy amigo del escritor Josep Pla cuando vivió en Palafrugell.
– Sí. Incluso le hizo una dedicatoria en uno de sus libros. (Rafael alude a que Pla escribió de Fuster en Notes per a Sílvia: El doctor Fuster és una gran persona, molt intel·ligent, molt desenganyat, d’un escepticisme total. Ho entén tot perque prescindeix dels prejudicis i dels convencionalismes. He tingut ocasió de parlar-hi de moltes coses. Quina vida més llarga, difícil y navegada!)
– ¿Qué pensó su padre cuando regresó a España tras su odisea en la URSS?
– Le sorprendió muchísimo que nadie supiese lo que estaba pasando realmente allí.
– Al poco de volver a España, viajó a Cuba a ver a su familia, que se había exiliado.
– Nada más ver lo que pasaba con Fidel Castro, sacó a su familia de la isla y la trajo a España.
– Siempre estuvo unido a su familia, pese a todo.
– Yo me llamo Rafael, por un tío mío que murió asesinado en la Guerra Civil. Mi padre siempre recordó a su hermano con cariño. Su muerte fue una losa de la que no se recuperó. Al acabar la guerra, se exilió.
– Y, como tantos republicanos, fue internado en un campo en el sur de Francia.
– Sí. Y se enfrentó a uno de los responsables por el trato que daban a los exiliados. Fue invitado a la URSS y fue a gusto. Pero enseguida criticó la situación que observó. Nunca tuvo miedo a decir la verdad. Eso le llevó al Gulag. Ejerció como médico durante la II Guerra Mundial. Pidió volver a España y empezaron los problemas.
– Su padre contaba que entre sus ‘amigos’ había un espía.
– Sí. Explicaba a las autoridades las críticas que mi padre y sus amigos hacían al Régimen.
– También ejerció como médico en El Congo.
– No encontraba trabajo en España y le contrató la OMS. Al cabo del tiempo sí que pudo hallar empleo en Palafrugell.
– Y de Palafrugell a La Pobla de Montornès.
– Vino a Tarragona, le gustó mucho y compró una casa.
– ¿Qué ha aprendido de su padre? ¿Cree que mereció la pena su sufrimiento?
– He aprendido su pasión por la historia. Estoy seguro de que si mi padre volviera a vivir haría lo mismo. Seguro que él piensa que mereció la pena.
Perfil
Rafael Fuster es informático de profesión, pero le hubiera gustado ejercer de historiador. Quizá por eso guarda con mimo las fotos de su padre, que estuvo internado en el Gulag, algo que prefería no recordar.http://www.diaridetarragona.com/tema-del-dia/40208/mi-padre-nunca-tuvo-miedo-a-decir-la-verdad-eso-es-lo-que-le-llevo-al-gulag
La opinión de la autora de este blog no coincide necesariamente con la existente en el material recopilado. Este es un blog de recopilación de datos, testimonios, artículos y otras publicaciones.
1 de mayo de 2015
La lucha por la libertad en el país de los soviets. La fuerza gallega que retó a Stalin
Faro de Vigo
La negativa de republicanos a seguir viviendo en la URSS puso en jaque a los soviéticos que acabaron por encarcelar a gallegos disidentes » Un nuevo libro trata sobre ellos
Mar MatoA finales de los años 30 y principios de los 40, para una inmensa mayoría de republicanos españoles pisar la entonces denominada Unión Soviética suponía un "honor". No olvidaban que en la Guerra Civil, la cuna de Stalin había ofrecido ayuda material al bando republicano además de acoger a los "niños de la guerra" evacuados. Como añadido, en ellos, había hecho mella la propaganda de revistas soviéticas ilustradas que alababan la situación de campesinos y obreros del "país idílico del proletariado". Eran jóvenes, rebeldes. Algunos querían comerse el mundo, otros simplemente ser libres o vivir.
El destino quiso que personas como el piloto de aviación ourensano José Romero Carreira y más de medio centenar de marinos mercantes gallegos de los barcos de la República que trasladaban mercancías entre la URSS y España quedaran en la Unión Soviética sin posibilidad de regreso a casa o sin poder lograr un rápido traslado a países como México. Lo mismo ocurrió a niños de la guerra o a exiliados que se hartaron de la realidad soviética y desearon regresar a casa o, simplemente, cambiar de vida en otras latitudes.
Una buena parte de ellos, como ya es sabido, acabaron en los campos de trabajo e internamiento (gulag) acusados de traicionar a la patria de los soviets o de ser espías. La obra En el gulag. Españoles republicanos en los campos de concentración de Stalin, de la investigadora rumana pero afincada en España Luiza Iordache, profundiza sobre estas vidas que darían para meses y meses de metraje de películas.
La obra (RBA Libros), de 663 páginas, supone una de las investigaciones más detalladas sobre los republicanos españoles en los gulag. "Durante más de tres años, he ido tras la pista de los grupos de republicanos españoles en el gulag. He escudriñado casi una treintena de archivos, fundaciones, centros de documentación y bibliotecas, amén de buscar y rescatar del olvido algunos de los archivos personales de las víctimas", escribe Iordache en el volumen. En este, apunta que la cifra del exilio republicano español en dicha república alcanzó a 4.315 personas entre marinos, aviadores o estudiantes de la academia de aviación, niños, profesores o exiliados.
El libro repasa vidas, acontecimientos históricos, que hielan el alma al conocer la lucha -infructuosa para algunos, ya que fallecieron en los campos de concentración- de ser repatriados a España o enviados al extranjero reclamando a Stalin o Nikita Jrushchov su liberación.
En una carta desde el campo de Karagandá, en enero de 1947, dirigida a familiares de presos en Asturias, Pobra de Broullón en Lugo y Cáceres se señalaba que "llevamos diez años no pudiendo conseguir nuestra repatriación y los últimos cinco esclavizados, sino fuese una cosa tan delicada para un país que pregona tanto el bien".
Finalmente, la liberación llegaría para la gran mayoría en 1954, un año después de fallecer Stalin. Otros como el cirujano Julián Fuster Ribó -nacido en Vigo y del que el suplemento Estela de FARO ha publicado algún retazo vital- la liberación del gulag llegaría en 1955 pero el permiso para viajar a España no se produciría hasta 1959. "El médico -señala Iordache- fue a parar a uno de los campos concentracionarios más duros del archipiélago Gulag: Kenguir, el campo central de las estepas".
Allí, el 16 de mayo de 1954 vivió uno de los episodios más cruentos de la insurrección de los 40 días de Kenguir cuando los presos invadieron el campo de las mujeres y reclamaron mejor trato. "Hacia las cuatro de la madrugada -relataba el propio médico en un escrito recogido por En el gulag- me despertó el tronar de un cañonero. (...) ¿De dónde podía proceder? Podía imaginar y prever heridas de bala en la situación en que vivía el campo, pero heridas de metralla capaces de destrozar un muslo no las había vuelto a ver desde la terminación de la guerra. Pero en un campo de presos indefensos, desarmados, aquel cañoneo me dejó atónito. Siguieron a un primer herido decenas de otros que en pocos minutos llenaron todas las salas y pasillos del hospital. Eran las cuatro y media cuando entré en quirófano: allí estuve sin poder abandonarlo hasta el siguiente día por la mañana. Protagonista de dos guerras, un sudor frío me cubría el cuerpo. Mis ayudantes me comunicaron lo sucedido. A las cuatro de la mañana, mientras todos dormían en el campo, los tanques habían irrumpido en el campo con los cañones enfilados y vomitando metralla. Todo duró exactamente diez minutos". El resultado fueron 120 muertos, cientos trasladados a cárceles especiales y otros miles trasladados a otros campos de Siberia". Esta argumentación la escribió Fuster en una carta protesta a Jrushchov.
http://www.farodevigo.es/sociedad-cultura/2014/09/14/fuerza-gallega-reto-stalin/1093792.html
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Historias de los vascos. 99/22 Spassk, marinos vascos en el gulag
A juicio del historiador y
archivero ruso A. V. Elpátievsky, el destino de los marinos es uno de
los menos claros en la historia de la emigración republicana en la Unión
Soviética. Catorce de ellos eran vascos.
Un reportaje de Begoña Etxenagusia Atutxa
- Sábado, 24 de Enero de 2015
El 23 de enero de 1947, Agustín Llona escribía esta carta a su familia desde un lugar llamado Espasca: Los
españoles que nos encontramos en este campo de internados llevamos
cinco años sin noticia alguna de nuestros familiares y a nuestros
familiares supongo que os habrá sucedido cosa por el estilo a pesar de
nuestros esfuerzos por comunicarnos. Llevamos diez años no pudiendo
conseguir nuestra repatriación y los cinco últimos esclavizados, si no
fuese una cosa tan delicada para un país que pregona tanto el bien hace
mucho os habrían pedido nuestro rescate.
El campo de concentración de Spassk se encontraba cerca de la
ciudad de Karagandá, en la república soviética del Kazajistán, donde las
tempestades de nieve eran de tal magnitud que los presos cavaban
túneles para poder comunicarse entre las barracas. Uno de estos presos,
durante casi veinte años, fue Agustín Llona Menchaca, nacido en el
caserío Chomin Chuena de Urduliz tal día como hoy, el 24 de enero de
1908. En su Hoja de servicios del personal de la Marina Mercante, consta que embarcó en Valencia como primer maquinista del vapor Conde de Abasolo, el 9 de enero de 1936: Cargamento
de carbón Cardiff-Cartagena y Theodosia Cartagena y fruta de Valencia.
Odessa. Desembarcado y hospitalizado en Odessa el 23.4.1937 por
enfermedad y sin posibilidad de regresar a su patria España en contra de
su voluntad hasta el 22.10.1956.
Tras su hospitalización, Agustín Llona residió en la casa
infantil de Odessa, bajo un régimen de libertad vigilada al igual que un
grupo de marinos mercantes, en su mayoría del Cabo San Agustín,
que en 1939 había quedado bloqueado por orden de las autoridades
soviéticas en Feodosia (Mar Negro). Alicia Alted Vigil, en su estudio El exilio español en la Unión Soviética,
asegura que a estos marinos se les ofreció la posibilidad de regresar a
España o permanecer en la URSS. Las autoridades soviéticas devolvieron a
España vía Turquía a la mayoría de sus miembros antes del final de la
Guerra Civil, pero a juicio de la investigadora Luiza Iordache los
titubeos franquistas y el inicio de la Segunda Guerra Mundial,
imposibilitaron que se encaminasen todas las repatriaciones solicitadas.
Finalmente, Lavrenti Pavlovich Beria, comisario del NKVD (Comisariado
del Pueblo para Asuntos Internos), ordenó el 26 de junio de 1941 el
internamiento de los marinos españoles en el campo de concentración
número 5110/32 de Norilsk, cerca del Círculo Polar Ártico. La negativa
de los marinos a aceptar permisos de residencia en sustitución de sus
pasaportes nacionales y el rechazo mostrado por el grupo a trabajar en
la Unión Soviética pudieron influir en esta decisión, ya que ambas
actitudes eran juzgadas como antisoviéticas.
De cárcel en cárcel Los
marinos llegarían a Norilsk en octubre de 1941, tras un interminable
recorrido por cárceles como la de Jarkov y Novosibirsk y campos de
concentración como el de Krasnoiarsk. En Norilsk, fallecerían los
marinos vascos Eusebio Olarra Basarrate y José Azcueta Echevarría, que
se suicidó el 31 de diciembre de 1941. Secundino Serrano, en su libro Españoles en el gulag,
reseñado en este mismo periódico por Yuri Álvarez, destaca que Julián
Zarragoitia Bilbao fallecería en septiembre de 1942 en el campo de
Krasnoiarsk, cuando los marinos completaban la ruta inversa que los
conduciría finalmente al complejo de campos de concentración de
Karagandá, donde llegarían entre el verano y el otoño de 1942. En
noviembre se les unirían el grupo de aviadores españoles de Kirovabad y
el maestro Juan Bote García. Posteriormente, en marzo de 1943, serían
trasladados al campo de Kok-Usek, ubicado entre Karagandá y Spassk,
donde los aullidos de los lobos que merodeaban por las alambradas del
campo en busca de comida los mantendrían despiertos noche tras noche.
Infracciones como el robo de tres patatas o de un trozo de pan eran
castigadas con prisión. Como medida de castigo se les proporcionaban 100
gramos de pan y un plato de sopa de agua sucia con coles como único
alimento, una vez cada tres días.
Agustín seguía enviando misivas desde la estafeta postal 99/22 Spassk:
Desde que terminó la guerra no paran las autoridades locales de
prometernos nuestra repatriación a plazos cortos que nunca se cumplen,
menos mal que del campo ya últimamente sale la gente para sus patrias
por las que podréis tener noticias nuestras, e incluso a nosotros, pero
temo que no sea así y que pretendan liberarnos a alguna ciudad dentro de
Rusia, por lo que os rogamos hagáis lo que esté de vuestra parte para
conseguir nuestra repatriación. En efecto, los testimonios
proporcionados por el repatriado ingeniero francés M. Francisque Bornet,
o la francesa Madeleine Clement, confirmaban que aún quedaban
ciudadanos de la República Española encerrados en los campos de
concentración soviéticos. En marzo de 1948, el Movimiento de Liberación
de España de la Confederación Nacional del Trabajo (MLE-CNT) publicaba
en Toulouse ¡Karaganda! La tragedia del antifascismo español. Por
su parte, la Federación Española de Internados y Deportados Políticos
(Fedip), con residencia en Francia, iniciaba una campaña internacional
en la cual solicitaba al secretario general de la ONU, Trygve Lie, que
se movilizase en favor de la liberación de los presos republicanos en la
Unión Soviética. En Karaganda fallecerían los marinos vascos Guillermo
Díaz Guadilla, Elías Legarra Bolumburu, Antonio Echaurren Ugarte,
Secundino Rodríguez de la Fuente y la maestra Petra Díaz de Cuesta y
Alonso.
La Fedip envió el 21 de enero de 1948 una misiva al presidente
del Gobierno de Euzkadi en Francia con el objetivo de que su Gobierno
en el exilio fijase públicamente su disconformidad por el incorrecto
proceder de parte de las autoridades soviéticas. Así mismo, solicitaban
al lehendakari Agirre que su Gobierno rompiese toda relación oficial con
el Partido Comunista de Euzkadi. José Antonio de Aguirre les comunicó
que ya habían intervenido hacía tiempo sobre el caso de Agustín Llona,
sin obtener resultado alguno al respecto. En ningún momento hizo mención
a la posible afiliación de Agustín al PNV, pero su hermana Dolores, en
una carta enviada a José Ester Borrás, secretario de Información de la
Fedip, afirmaba tal y como consta en los archivos de esta organización
depositados en el International Institute of Social History de Amsterdam
(IISH) que: Jamás le oímos hablar de política únicamente se
distinguía en sus conversaciones como un defensor de los derechos
humanos, precisamente de los que con ironía le priva el destino.
“Farsa”, según el PCE La
Diputación Permanente de las Cortes españolas, reunida en dos ocasiones
en París, acordó trasladar oficialmente la cuestión de los internados
al Gobierno republicano en el exilio a pesar de las afirmaciones
vertidas por dirigentes del Partido Comunista Español (PCE) como Antonio
Mije que no dudaban en calificar como una farsa el tema de Karagandá.
El 22 de mayo de 1948, coincidiendo con la celebración de esta segunda
sesión, se inició el traslado de los supervivientes españoles a Odessa,
donde fallecería José Pollán Ozaento en 1949. La intención era liberar a
los supervivientes entregándolos al consulado franquista en Estambul
(Turquía), como ya había sucedido anteriormente con el otro grupo en
junio de 1939, pero la Fedip acusó al PCE de impedir la liberación del
grupo. Tras rechazar la única posibilidad que les ofrecieron las
autoridades, consistente en firmar una carta publicada posteriormente en
el diario Trud (órgano de los sindicatos soviéticos), que
implicaba su compromiso a residir en territorio de la URSS y aceptar
posteriormente la nacionalidad soviética, la situación de Agustín Llona
volvería a complicarse.
Tal y como relata Luiza Iordache en su libro Republicanos españoles en el gulag (1939-1956),
mientras permanecían en Odessa el maestro Juan Bote García, el piloto
Francisco Llopis y el propio Agustín Llona conformaron una comisión que
se presentó frente al capitán Wilner para mostrar su indignación ante un
artículo publicado por la revista Temps Nouveaux (la edición del diario Trud de Moscú). En el artículo titulado Impudence des ennemis du peuple espagnol,
firmado por N. Miklachevski, se afirmaba que los republicanos españoles
que habían llegado a la Unión Soviética y se habían quedado en su país,
nunca habían sido internados ni detenidos en los campos. En junio de
1949 serían recluidos en la cárcel de Odessa y meses más tarde, en
febrero de 1950, se dictó la sentencia que estipulaba una condena de 25
años de destierro para todos ellos, tal y como consta en los archivos de
la Fedip.
En este último emplazamiento en Vozdvizhenka (Siberia),
nacerían Isabel y Dolores; las dos hijas de Agustín Llona y su esposa
Agnesa Markel Franz, natural de Zarrekovich (Crimea), también prisionera
en Rusia alrededor de veinte años. Juan Bote, que permanecía soltero,
así como los otros dos condenados con sus respectivas familias,
compartían una habitación en un barracón de madera, separados por grises
cortinas que se corrían de noche y se abrían de día para facilitar la
vida en común. En el exterior, una inmensa explanada repleta de nieve.
El 22 de octubre de 1956, Eleuterio esperaba la llegada al puerto de Valencia de la segunda expedición de la motonave Krym, en la que viajaba su hermano Agustín. Tal y como narraron las crónicas de la época en el diario Imperio,
el primero en desembarcar a las 2.35 de la tarde, fue Isaías Albistegui
Aguirre, de treinta y dos años y natural de Eibar, mientras sonaban en
los altavoces del barco los acordes de las Danzas del príncipe Igor
y algún pasodoble. Atrás quedaban aquellos años de encierro que a
través de diversas cartas dirigidas a Agustín, seguiría recordando Juan
Bote: Amigo mío, ¡nos veremos! Y echaremos un día juntos los pies por alto, recordando los tiempos en que los tuvimos atados.
De los catorce marinos vascos, según los datos proporcionados
por Luiza Iordache y Secundino Serrano, nueve fallecieron durante su
reclusión, dos desaparecieron sin dejar rastro y uno de ellos
probablemente decidió quedarse en la Unión Soviética. Entre los dos que
consiguieron volver a su patria encontramos a Pío Ispizua Imatz, primer
maquinista del Cabo San Agustín y al propio Agustín Llona Menchaca.
Los olvidados de Karagandá
"Los olvidados de Karagandá recupera la historia de 152
españoles, pertenecientes tanto al bando republicano como al nacional,
que se vieron obligados a convivir en un gulag soviético y a unir sus
esfuerzos en busca de un objetivo común: sobrevivir. La 2 estrena este
sábado esta historia de supervivencia, reconciliación y, en algunos
casos, amistad.
La visita del presidente del Gobierno español a Kazajistán hace algo más de un año deparó un hecho histórico. Por primera vez, un gobierno de las antiguas Repúblicas Socialistas Soviéticas hizo entrega, a través de su presidente Nursultán Nazarbáyev, de un archivo con los nombres y los datos de los españoles que sufrieron cautiverio, y en algunos casos murieron, en los campos de concentración soviéticos en la 2ª Guerra Mundial.
Aquí arranca esta historia, en la que el espectador descubrirá los gulag (campos de trabajo soviéticos) donde estuvieron recluidos combatientes españoles de la División Azul, así como republicanos que se habían adherido en defensa de sus intereses durante la 2ª Guerra Mundial junto a Hitler y Stalin, respectivamente. Además, también permanecían cautivos algunos niños de la guerra y civiles represaliados.
Algunos pudieron volver y otros no. Obligados a convivir y a unir esfuerzos para sobrevivir, este cautiverio logró casi lo impensable: la reconciliación, y en algunos casos la amistad, de los dos bandos enemigos de la guerra civil española.
'Los olvidados de Karagandá' se compone de entrevistas, testimonios y un recorrido por aquellos turbios acontecimientos en Europa. Dirigido por Enrique Gaspar Rodríguez y con guión de León de África, cuenta también con material del archivo de RTVE".
FUENTE: Prensa RTVE, 22 de enero de 2015
Enlace al documental: Los olvidados de Karagandá
http://www.lavanguardia.com/vida/20150407/54429734483/supervivientes-del-campo-de-karaganda-celebran-exito-de-un-film-de-sus-vidas.html
La opinión de la autora de este blog no coincide necesariamente con la existente en el material recopilado. Este es un blog de recopilación de datos, testimonios, artículos y otras publicaciones.
La visita del presidente del Gobierno español a Kazajistán hace algo más de un año deparó un hecho histórico. Por primera vez, un gobierno de las antiguas Repúblicas Socialistas Soviéticas hizo entrega, a través de su presidente Nursultán Nazarbáyev, de un archivo con los nombres y los datos de los españoles que sufrieron cautiverio, y en algunos casos murieron, en los campos de concentración soviéticos en la 2ª Guerra Mundial.
Aquí arranca esta historia, en la que el espectador descubrirá los gulag (campos de trabajo soviéticos) donde estuvieron recluidos combatientes españoles de la División Azul, así como republicanos que se habían adherido en defensa de sus intereses durante la 2ª Guerra Mundial junto a Hitler y Stalin, respectivamente. Además, también permanecían cautivos algunos niños de la guerra y civiles represaliados.
Algunos pudieron volver y otros no. Obligados a convivir y a unir esfuerzos para sobrevivir, este cautiverio logró casi lo impensable: la reconciliación, y en algunos casos la amistad, de los dos bandos enemigos de la guerra civil española.
'Los olvidados de Karagandá' se compone de entrevistas, testimonios y un recorrido por aquellos turbios acontecimientos en Europa. Dirigido por Enrique Gaspar Rodríguez y con guión de León de África, cuenta también con material del archivo de RTVE".
FUENTE: Prensa RTVE, 22 de enero de 2015
Enlace al documental: Los olvidados de Karagandá
Supervivientes del campo de Karagandá celebran éxito de un film de sus vidas
Madrid, 7 abr (EFE).- Supervivientes españoles de los campos de
trabajos forzosos soviéticos celebraron hoy los galardones que el
documental "Los olvidados de Karagandá", basado en sus vidas, recibió
recientemente en California y Yakarta.
El documental, que muestra
la historia de 152 españoles que convivieron en campos de trabajos
forzosos soviéticos, fue galardonado con el Diamond Award del Festival
de Cine de California y el premio de oro al Mejor Documental Europeo en
el festival de Yakarta.
El proyecto, realizado con la una
colaboración del gobierno kazajo y la Asociación española,
Nexos-Alianza, narra las experiencias de un grupo de españoles
republicanos, combatientes de la División Azul y "niños de la guerra"
que fueron confinados en los campos de trabajos forzosos de la región de
Karagandá, en el centro de la actual República de Kazajistán, por el
régimen de Stalin.
Un documental en el que, en palabras del
embajador de Kazajistán en España, Bakyt Dyussenbayev, se trata "un reto
muy humano y poco político".
"Investigando descubrimos, en el
archivo de la antigua KGB en Kazajistán, 152 fichas de españoles, y ante
nuestra sorpresa y desconocimiento, entre esos 152 había más de
cuarenta fichas de republicanos que estaban en el gulag", explicó el
director de "Los olvidados de Karagandá" y presidente de la Asociación
Nexos-Alianza, Enrique Gaspar.
"Lo que me llamó la atención fue
comprobar cómo convivieron en campos de concentración españoles de uno y
otro bando, enfrentados por la Guerra Civil española" y cuyo objetivo
común fue sobrevivir y regresar a España, añadió.
"Durante la
visita en 2013 del presidente español, Mariano Rajoy, a Kazajistán, su
homólogo, Nursultan Nazarbayev, le entregó las fichas de los 152
españoles que estuvieron presos en los gulags soviéticos", explicó el
embajador.
Previamente, se investigó en los archivos de la
antigua KGB de Kazajistán, donde se encontraron las fichas de estas
personas, 14 de las cuales habían fallecido.
Gaspar explicó que
el documental tenía el objetivo de dar respuesta a dos cuestiones: "dar a
conocer las relaciones entre España y Kazajistán desde un punto, más
que político, humano" y averiguar "cómo convivían presos republicanos y
de la División Azul, obligados a compartir su existencia".
Cuestiones para las que encontraron una respuesta y una lección al mismo tiempo.
"Lo
que descubrimos fue un entendimiento total y una reconciliación en la
que lo que menos importaban eran las ideologías. Inventaron la
reconciliación 30 años antes de que en España se empezase a hablar de la
misma".
Aunque ambos se mostraron agradecidos por el
reconocimiento que están recibiendo a nivel internacional, Gaspar
insistió en que esto "no va más allá de ser un premio" y considera que
para lo único que sirve es "para que tenga más repercusión y se vea más,
que es lo importante".
Una difusión que ya ha alcanzado varias
decenas de canales en América Latina y que se espera aumente conforme se
vayan cerrando nuevos acuerdos con distintas televisiones
internacionales.
La Vanguardia, 1 de mayo de 2015
http://www.lavanguardia.com/vida/20150407/54429734483/supervivientes-del-campo-de-karaganda-celebran-exito-de-un-film-de-sus-vidas.html
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