La historia de los niños de la guerra es la historia del siglo XX.
eBooksBierzo, en coedición con el Ayuntamiento de Lasarte-Oria e
Islada Ezkutatuak, presenta una obra excepcional, Memorias de un niño
en Rusia, 1937:1957, de Ángel Belza Ventura. Un valioso testimonio para
la recuperación de la memoria histórica de nuestros abuelos por las
generaciones actuales.
Ángel Belza es uno de los veinte mil niños y
niñas vascos dispersados por el Gobierno vasco entre familias y
colonias de acogida en toda Europa. Uno de los 1.495 niños y niñas
vascos que el 13 de junio de 1937 fueron embarcados en el Habana,
junto con setenta y dos profesores, auxiliares y dos médicos, en el
puerto de Santurtzi con destino a Leningrado. Salvados de una guerra y
metidos en otra aún más atroz, desterrados de su infancia, de su tierra y
de sus familias, extrañados, apátridas, vagabundos… la historia de
aquellos niños y niñas, auténticos supervivientes, es una página única y
estremecedora en la historia de la humanidad. Un motivo de reflexión
permanente para las generaciones presentes y venideras.
Setenta años después de haber sido embarcado, con 11 años, Ángel Belza ha escrito su vida y sus recuerdos: su memoria, que es la memoria sanadora y compartida de treinta mil niños y niñas, que hoy multiplican sus vidas en hijos y nietos residentes en Euzkadi y en todos los rincones de Europa: miles de ellos nunca regresaron y continuaron sus vidas en Moscú, Francia o México. El libro de Belza, la vida de un superviviente, se suma al conjunto de testimonios de los “niños de la guerra” y enriquece el caudal de su memoria, que es imprescindible rescatar y divulgar.
Setenta años después de haber sido embarcado, con 11 años, Ángel Belza ha escrito su vida y sus recuerdos: su memoria, que es la memoria sanadora y compartida de treinta mil niños y niñas, que hoy multiplican sus vidas en hijos y nietos residentes en Euzkadi y en todos los rincones de Europa: miles de ellos nunca regresaron y continuaron sus vidas en Moscú, Francia o México. El libro de Belza, la vida de un superviviente, se suma al conjunto de testimonios de los “niños de la guerra” y enriquece el caudal de su memoria, que es imprescindible rescatar y divulgar.