Al finalizar la Guerra Civil española en 1939, uno de los muchos
destinos al que se dirigieron los exiliados republicanos fue la Unión
Soviética. Aunque se trató de una opción minoritaria entre los
emigrantes, el país eslavo abrió sus puertas a unos tres mil «niños de
la guerra», que fueron evacuados junto con maestros y personal auxiliar,
además de exiliados políticos vinculados al PCE y al PSUC, a centenares
de marinos y pilotos, y decenas de españoles que estaban en Berlín
cuando fue liberado por el Ejército Rojo. A muchos de ellos les
aguardaba una vida dura y de sufrimiento: años de internamiento,
deportación, política estalinista represiva…
En el Gulag
es un exhaustivo trabajo que arroja luz sobre la oscura historia de los
emigrantes y exiliados españoles en la Unión Soviética, contribuyendo
así a recuperar una página del pasado reciente poco estudiada y apenas
conocida por la sociedad actual.
http://www.sellorba.com/en-el-gulag_luiza-iordache_libro-ONFI636-es.html
Russia Beyond the Headlines
De la Guerra civil española al infierno blanco del Gulag
Un capítulo de la historia del exilio español se escribió en la
Unión Soviética. El apoyo al bando republicano despertó la confianza de
los simpatizantes comunistas que escogieron este Estado como un destino
seguro. A otros el desenlace del conflicto bélico los sorprendió en
territorio soviético. Para unos y otros la disensión o el intento de
volver a España fueron motivo de deportación a los campos siberianos. El
libro de la profesora e investigadora Luiza Iordache, “En el Gulag:
españoles republicanos en los campos de concentración de Stalin”, ahonda
en estas vidas que se vieron atrapadas entre dos fuegos.
Con quince años, Perico Cepeda desembarcó en la Unión Soviética. Era
un “
niño de la guerra”, como su
hermano. Sus padres creyeron que en el Este estarían a salvo, lejos de la
España en guerra. La realidad fue otra muy distinta. Cepeda fue trasladado a
orfanatos de Samarcanda y Tiflis, para luego trabajar como lubricador de
maquinaria textil en su afán por huir de la miseria. Más tarde,
viendo que no se le concedía el permiso de salida a España -para los comisarios
políticos un verdadero comunista no solicita irse del “paraíso estalinista”-
buscó una escapatoria desesperada. Junto con otro español, Cepeda intentó pasar
la frontera dentro de un baúl diplomático argentino. El plan fracasó en el
aeropuerto y los implicados fueron condenados a trabajos forzados.
Este es uno de los casos que pueblan el documentado trabajo de
investigación de Luiza Iordache sobre los exiliados caídos en desgracia durante
su estancia en la Unión Soviética: pilotos que seguían su instrucción en la
escuela aérea de Kirovabad, marinos atracados en Odesa, Múrmansk y Teodosia,
“niños de la guerra” o maestros que los acompañaron.
¿Puede considerarse este ensayo una de
las investigaciones más exhaustivas sobre el exilio republicano español en la
Unión Soviética?
Es un tema de estudio relativamente joven en el mundo académico. El
punto de partida han sido las investigaciones sobre los “niños de Rusia”
dirigidas por Alicia Alted y Encarna Nicolás, así como las tesis doctorales de
Susana Castillo, María Magdalena Garrido y la propia Encarna Nicolás. [error de la redactora; se trata de Inmaculada Colomina Limonero]
Luego, los estudios sobre el Partido Comunista español o la
participación republicana en la Gran Guerra Patria abrieron nuevos horizontes
que han contribuido en la recuperación de la memoria de aquel exilio y de sus
distintas facetas.
¿Su procedencia le ha ayudado a
aproximarse con más objetividad a este tema?
Tener la doble nacionalidad rumana y española, estar en la frontera
entre dos mundos con sus respectivos pasados, me ha permitido, de alguna
manera, alcanzar la objetividad a la que obliga el rigor académico. La memoria
de las víctimas de cualquier dictadura, sea ésta rumana, estalinista o
franquista debe ser rescatada.
Y esta recuperación no obedece a mitos o historias oficiales. Por
ello, estudios de este tipo no deben ser utilizados para justificar mitos como
el de “Rusia es culpable” o como un ataque a la Unión Soviética, el PCE o el
PCUS, o a cualquier otro actor político.
Ha dividido a las víctimas por grupos a
la hora de trazar itinerarios. ¿Fue muy diferente la suerte de cada uno de
ellos?
Toda persona que conoció el Gulag pasó por una experiencia de
sufrimiento, penuria y enfermedad. El colectivo más importante de españoles
presos fue el de los marinos, después el de los pilotos, seguido por el de los
exiliados políticos y algunos maestros de los “niños de la guerra”.
Otro tema sensible son doscientos de estos niños que, según el
Archivo Histórico del PCE, fueron encarcelados o internados por hurto, cuando
se trataba de actos de pura supervivencia porque el hambre hacía estragos.
El esfuerzo se ha traducido en la
posibilidad de redactar una lista de los españoles que pasaron por el Gulag.
La primera la publiqué en 2009. Considero que la actual tampoco es
completa. Para que lo fuera sería necesario consultar documentación todavía
clasificada de la antigua Unión Soviética en archivos rusos elaborada por el
PCUS, la Alianza de la Cruz Roja y Media Luna Roja soviéticas o el NKVD y el
Narkomindel. Su hermetismo imposibilita profundizar en la cuestión.
Pero, aun así, el esfuerzo de muchos años se ha visto recompensado con la
recuperación de estos nombres y apellidos de víctimas y el agradecimiento por
parte de las familias cuando les facilitaba documentos o cartas olvidadas en
algún archivo.
Para estas personas los “salvadores” se
convirtieron en “verdugos”.
La Unión Soviética fue uno de los pocos países que acogieron a
exiliados republicanos. El hecho de que un país “amigo” castigara a algunos
centenares de españoles puede resultar sorprendente, pero se debió a la naturaleza del
propio sistema estalinista, basado en el miedo y el terror, y a las
circunstancias políticas de la época.
Una vez finalizada la Guerra Civil y tomada conciencia de la realidad
soviética, algunos grupos de españoles formados por marinos, pilotos y maestros
pidieron volver a España. A los españoles detenidos en las redadas de la década
de 1940 se les acusó de haber intentado salir de la Unión Soviética. Otros por
discrepar con la línea política del Kremlin y las posiciones dogmáticas del
PCE, o por cualquier comentario considerado ofensivo.
¿Se hizo alguna distinción con estos
presos por su procedencia?
El Gulag fue igual para todos. Sufrieron y malvivieron en igualdad de
condiciones. La represión estalinista no hacía distinciones. Los extranjeros,
sin importar lo que hubieran hecho o no, eran sospechosos de espionaje,
candidatos perfectos para el arresto y el internamiento. Así, en el Gulag
volvieron a encontrarse las dos Españas, prisioneros de la División Azul con
marinos y pilotos republicanos. A partir de 1948 convivieron en distintos
campos occidentales de la URSS unidos por un único fin: sobrevivir a aquel “mil
veces maldito infierno” y regresar a España.
¿Cuándo se produjo la primera
repatriación?
Fue en verano de 1939 y se trató de un hecho excepcional porque las
autoridades franquistas se encontraron con un hecho consumado: 129 marinos
congregados en Estambul. No les quedó más remedio que repatriarlos.
Entre 1940 y 1941, unos 80 pilotos, marinos y maestros se
beneficiaron del permiso soviético de salida. Pero en este caso sus expedientes
pasaron por el tamiz de la DGS (Dirección General de Seguridad), y hasta junio
de 1941 solo diez españoles pudieron volver en expediciones individuales.
¿Qué hubiera pasado sin la presión
internacional?
Entre 1945 y 1954 distintos organismos realizaron gestiones para la
repatriación de los presos españoles en el Gulag, pero no tuvieron un desenlace
positivo porque la Unión Soviética contestó con el silencio. Todos los
gobiernos que tenían ciudadanos presos se encontraron con el mismo obstáculo.
El giro se produjo tras la muerte de Stalin en 1953, cuando las amnistías
promulgadas abrieron las puertas de los campos penitenciarios. Muchos presos
recuperaron la libertad, entre ellos, prisioneros de la División Azul,
maestros, exiliados, etc. que regresaron a España en las expediciones
organizadas en 1954 y entre 1956 y 1959.
¿Ha podido rescatar muchos testimonios
orales?
No he podido recabar un gran número de ellos por distintas razones.
La mayor parte de los supervivientes han fallecido y parte de los que todavía
viven no han querido relatar su experiencia.
Otros testigos de la época se mostraron reacios a hablar de la
represión estalinista, más allá de su propia vivencia y el tributo de gratitud
que se granjeó la Unión Soviética con su política de acogida de exiliados. Sus
descendientes, en muchos casos, poco sabían de ese pasado. Por eso, me concentré
en la recopilación de material documental -correspondencia, manuscritos,
diarios, autobiografías, fotografías- que pudieran tener las familias y en la
investigación en archivos españoles y extranjeros. La información solía ser
incompleta y sesgada.
Hace un guiño a obras literarias como Vida y destino. ¿De qué manera le ha ayudado la literatura?
La novela de Vasili Grossman, así como Archipiélago Gulag, Relatos
de Kolimá o El Vértigo me han
permitido aproximarme a esa realidad. Todas suponen un proceso de aprendizaje y
en ellas he podido encontrar las claves para comprender los mecanismos de
funcionamiento de aquel sistema represivo, la destrucción lenta y sistemática
del ser humano.
La Vanguardia
Jordi Amat
El siglo de los campos
La Vanguardia
El Mundo
El Confidencial
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este blog no coincide necesariamente con la existente en el material recopilado.
Este es un blog de recopilación de datos, testimonios, artículos y otras
publicaciones.